viernes, noviembre 10, 2006

Un buen amigo

Cuando ese buen amigo tuyo te dice que ella es muy guapa, o que es muy atractiva, o que está muy buena. Cuando te felicita por estar con una chica tan simpática y tan mona, cuando te da la enhorabuena y te dice que seguro que tiene que ser genial en la cama, bueno, lo que quiere decirte realmente es que se la tiraría. Muchas veces. Que está deseándolo.
Lo que quiere decirte es muy simple. Quiere decirte que se la follaría. Ahora mismo, si se dieran las circunstancias propicias y ella estuviera de acuerdo. Si él no estuviera con, y ella no estuviera con, entonces, si ella se dejara, follarían.

Cuando estás hablando y él no te mira a ti, la mira a ella, bueno pues, ya sabes. Cuando le agarra las manos amistosamente y se ríe tan tontamente con ella, olvidando que estás ahí, entonces es cuando recuerdas aquella conversación. Aquella en la que te felicitaba. En la que te daba la enhorabuena.
Cuando sabes que ella aprecia su sensibilidad, cuando él también lo sabe, cuando ella va a la playa con él, con ese bikini suyo que le queda tan bien y él la mira, bueno, pues ya sabes. Cuando la mira, en fin, tal vez esté pensando en su inteligencia. O tal vez no. Es muy probable que esté pensando en su bondad, bondad, éticamente hablando. Pero puede que no. Tal vez le está mirando el culo. Le está mirando las tetas. Y las piernas. Y el ombligo. Y su entrepierna.

¡Vaya! -Rápido: mírala a los ojos.- ¡Oh! -Vamos, dáte prisa, que no se de cuenta.- Joder. -¿Pero qué estás pensando? No olvides mirarla a los ojos. Si no quieres que te descubra, si no quiere que sepas lo que eres, entonces mírala a los ojos. Si no quieres que note tu erección, entonces, simplemente, mírala a los ojos. Si no te apetece que sepa que piensas con la polla, aún, entonces mírala a los ojos. Venga, no es tan difícil. Vamos, puedes hacerlo. Quizá... si ella y tu amigo lo dejan, o quizá si a él le entra una enfermedad terminal. O se tiene que mudar a otro continente. O si se va de voluntario a África. O si lo atropellan. Quizá entonces puedas tirártela. Si ocurre un malentendido y ella le deja, entonces, cuando esté llorando, agárrala suavemente. Susúrrale al oído. ¡Bingo! Ya la tienes.

Venga, ya puedes tirártela.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El texto anterior tenía unas cuantas frases mortales, para ponerlas entre corchetes y guardarlas en el cerebro.

Este texto, en cambio, me gusta por lo familiar que me resulta. Todos lo hemos hecho (o a todos nos lo han hecho).

Felicidades