domingo, junio 03, 2007

Involución predecible
Hoy, mi querido Robert, hablaremos de tu amigo, el único de los que conozco carente de bigote.
Como verás, mi querido Robert, te escribo esta carta para advertirte sobre tu amigo. Tu amigo, ese tipo sin pelo bajo la nariz, te está engañando. Y, al mismo tiempo, obteniendo resultados bajos o técnicamente inferiores a los que estábamos acostumbrados. Rugby, querido Robert, hablo de rugby. En el rugby, no puedes ir por ahí engañando o utilizando a tus compañeros de equipo. Tarde o temprano se darán cuenta, y entonces no habrá vuelta atrás. Tarde o temprano descubrirán que careces de bigote, y entonces... Bueno, tú ya sabes cómo son los chicos. Si por cualquier nadería se ponen como fieras, imagínatelos entonces cuando se trata de algo importante.
Bigote, querido Robert, bigote. BI - GO - TE. Espero que no trates de quitarle importancia al asunto, porque te aseguro que no prestaré atención a ningún argumento que lo pretenda.
Por mi parte, me he adelantado a los acontecimientos, y llevo un tiempo buscando soluciones a este dilema. No podemos dejar que se rían de nosotros en nuestras preciadas caras (caras con bigote, por supuesto). No podemos, Rob, seríamos el hazmerréir de todo el Estado en cuestión de días. ¿Comprendes lo que digo?
Hemos de hacer algo. Pronto. Y a mí se me han ocurrido unas cuantas cosas. Te las enumero a continuación empezando, como es menester, por la última.
La última idea consiste en obligar a ese tipejo a implantarse un bigote postizo. No te confundas. Eso no impedirá que nos deshagamos de él llegado el momento. Pero mientras tanto hay que ocuparse de que no dañe nuestra imagen pública.
La primera es conseguir atraerle a un lugar repleto de vegetación y vacío en lo que a humanos se refiere. Hablar con él en ese lugar y proponerle todas las soluciones que te acabo de comentar.
Esto es todo por ahora, Rob querido. Tengo muchas más ideas que te comentaré en mi próximo email. Hasta entonces, cuídate, amigo mío. Y cuida ese bigote. Muchas gracias de antemano por todo.
P.D.: Se me ha olvidado comentarte que Julia ha quedado plenamente satisfecha. Ahora está mucho más cariñosa y dispuesta. Con sólo decirte que me hace la comida todos los días. Encima ella cree que yo no me doy cuenta, y yo hago lo propio. Hacerme el loco, ya sabes.
Qué manera de follar la tuya, amigo. Fue una gran idea por tu parte, qué puedo decirte.
Zimbabwe queda muy lejos de Polonia
La verdad es que yo nunca he sido una persona muy comprensible. Y quizá tenga que ver porque yo tampoco me comprendo mucho. Y, aunque lo intente, no suelo comprender a los demás. Daisy solía decirme que intentará ser más empático, que me esforzara más..., que si no lo hacía tendría que dejar de comer copos de maíz. Mmmm. Copos de maíz. Qué ricos están los putos copos.
Yo, evidentemente, no le hacía caso. Seguía pasando del mundo y comiendo copos de maíz. Y así me iba. Como el culo. Decidí que eso tenía que cambiar. Que yo tenía que tomar las riendas de mi vida. Que no podía permitir que las cosas siguieran de ese modo.

Así que colgué a Daisy de un árbol con la barriga abierta de un navajazo y las tripas por fuera. No creo que le gustara, porque puso una cara así un poco como de afligida. Ese tipo de mohínes que hace que a uno se le encoja un poco el corazón. Puedes incluso llegar a sentirte culpable, si lo piensas. Pero nah. Ese día yo tenía muchas razones para estar contento. Para empezar, podría seguir comiendo copos de maíz. Y, en fin, a eso habría que añadirle que por una vez en toda mi existencia, había tomado el control de los acontecimientos.
Por Daisy no habría de preocuparme. Hay muchos niños huérfanos en el mundo viviendo tan tranquilamente. Porque a mi madre la hubieran destripado y dejado colgando de un árbol tampoco se iba a hundir el mundo. A ver, que es un poco engorroso y todo eso, pero tampoco es para montar un drama.