domingo, junio 03, 2007

Zimbabwe queda muy lejos de Polonia
La verdad es que yo nunca he sido una persona muy comprensible. Y quizá tenga que ver porque yo tampoco me comprendo mucho. Y, aunque lo intente, no suelo comprender a los demás. Daisy solía decirme que intentará ser más empático, que me esforzara más..., que si no lo hacía tendría que dejar de comer copos de maíz. Mmmm. Copos de maíz. Qué ricos están los putos copos.
Yo, evidentemente, no le hacía caso. Seguía pasando del mundo y comiendo copos de maíz. Y así me iba. Como el culo. Decidí que eso tenía que cambiar. Que yo tenía que tomar las riendas de mi vida. Que no podía permitir que las cosas siguieran de ese modo.

Así que colgué a Daisy de un árbol con la barriga abierta de un navajazo y las tripas por fuera. No creo que le gustara, porque puso una cara así un poco como de afligida. Ese tipo de mohínes que hace que a uno se le encoja un poco el corazón. Puedes incluso llegar a sentirte culpable, si lo piensas. Pero nah. Ese día yo tenía muchas razones para estar contento. Para empezar, podría seguir comiendo copos de maíz. Y, en fin, a eso habría que añadirle que por una vez en toda mi existencia, había tomado el control de los acontecimientos.
Por Daisy no habría de preocuparme. Hay muchos niños huérfanos en el mundo viviendo tan tranquilamente. Porque a mi madre la hubieran destripado y dejado colgando de un árbol tampoco se iba a hundir el mundo. A ver, que es un poco engorroso y todo eso, pero tampoco es para montar un drama.

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