jueves, enero 25, 2007

Mami.

Todo esto me recuerda, y no sé realmente por qué, a cuando yo fui asiático. Mi vida estaba llena de sonrisas, gritos y poquemones. Una auténtica experiencia. Mamá siempre decía que no le parecía nada bien que le cogiera el dinero de su bolso, el dinero que guardaba para la comida, que me lo gastara en jaco. Ay mamá, esta dulce mamá... ¿Qué coño iban a importarme ella y nuestra puta comida pudiendo tener yo una cucharilla y un mechero a mano? Ay mis venas, estas dulces venas enmierdadas... Ay mamá, quien bien te quiere te hará sufrir, eso dicen.

Un chute de felicidad, y luego, una bonita patada a la puta miseria del mundo. ¿Hay algo más sincero en esta puta vida que la jodida heroína?

Por eso tuve que dejarte, Asia mía.

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