domingo, septiembre 24, 2006

Elder & Elder
Elder. Y Elder. Dos hombres de traje y corbata. Dos buenos hombres. Dos trajes. Dos corbatas. Camisas, pantalones y zapatos. Viviendo una vida difícil en un mundo difícil. Con sus maletines, sus pelos repeinados y sus trajes cuidadosamente planchados. En sus habitaciones modestas, con sus comidas modestas. Cada día, poco después de levantarse, casi sin desayunar, salían a hacer la calle. Todos los días. Como el cartero, sin importar si llueve o nieva. Sin importar si hay tormenta o granizada. Poco después de rezar sus plegarias, salían y repetían la misma faena de todos los días. Siempre con extraños. Sin sentimientos. Sin confianza. Con palabras ensayadas, gestos ensayados, miradas ensayadas... una vida que no se vive. Una muerte que no mata. Un suicidio lento, descafeinado, sin pasión, sin locura. Con un arrepentimiento sutil, pero permanente. Con una cobardía impasible y una resignación estoica casi cómica.
Un día, mientras almorzaban, sentados en un parque, observaron a Lulú, una bonita caniche rosa. Supieron de su nombre por el sonido delicioso y afrodisíaco que manaba de los labios de su dueña al llamarla. Su dueña era una mujer esbelta y atlética, de pechos voluptuosos y piernas interminables, con unos labios carnosos, unos dientes blancos como de porcelana, y un olor a frutas del bosque en una melena que le llegaba hasta la mitad de la espalda. Oh, qué cuello suave. Oh, qué vientre perfecto. Oh, sus manos... Llamaba dulcemente a Lulú, la cual jugueteaba con una pelota. Una pelota también rosa. Enseguida quedaron prendados de ella. Ambos. Elder se enamoró al instante. Y también Elder. Qué elegancia, qué gracia. Sus movimientos, su boca, su nariz y sus ojos. Todo en ella era perfecto. Al instante supieron que tendría que ser suya (de ellos) y que harían lo que fuera por conquistarla. Jamás habían visto algo igual, y babeaban y se masturbaban sólo con el recuerdo.

Hablando y hablando del tema, Elder & Elder trazaron un plan para conquistarla. Le regalarían algo, no sabían aún qué, especial, y le harían una oferta que ella no podría rechazar.

¿Qué crees que podríamos comprarle? -preguntó Elder- No se me ocurre nada.
No sé. ¿Te has fijado en esa perrita? -contestó Elder- quizá... regalándole un hueso muy bonito, un hueso precioso con el que la perrita pudiera jugar siempre... ella no podría rechazarnos.

¡Eres un genio, Elder, amigo! -exclamó E., loco de alegría-. Podríamos aprovechar la excusa del hueso para hablar con esa pedazo de hembra y hacerle nuestra oferta, Elder. Nuestro matrimonio poco convencional. Nuestro triángulo amoroso.

Y así lo hicieron. Compraron el hueso. Un hueso bonito, precioso, alargado y brillante. A la perrita le iba a encantar, pensaban.

Al día siguiente, sin alterar su rutina, volvieron al parque a almorzar. Cuando ya iban por el plátano, apareció esa mujer. Esa mujer magnífica, bella, espléndida, natural, frágil, fuerte, sutil, grácil. Y Lulú, la perrita caniche rosa. Como siempre, juntas.

Vamos allá, Elder, dale el hueso- dijo Elder, muy nervioso- Hazlo de una vez.
Hazlo tú, tío -replicó Elder, sin ningunas ganas de dar el paso.

Después de una interminable discusión francamente interesante y fascinante pero cuyo contenido intelectual no transcribiré aquí para no abrumar a mis queridos lectores, y que no cambió mucho de tema mientras duró, observaron como la mujer estaba a punto de marcharse, con su perrita, y Elder decidió actuar. No se sabe muy bien cómo se animó a hacerlo, ni que Elder era exactamente en el momento clave, pero se sabe que lo hizo. O que lo hicieron. Hay constancia de ello.

¿Me permite un instante a solas? -se dirigió Elder a esa diosa morena y fantástica.
Oh, vaya. Pues no sé. ¿Por qué iba a hacerlo? -replicó ella.
De verdad, es sólo un momento. -dijo él- No quiero venderle nada.
Ya, ya, ustedes siempre dicen lo mismo. -volvió ella a la carga.
Por favor, cállese de una vez puta de mierda. -gritó Elder.
Y entre chillidos, Elder agarró a la mujer y la sostuvo, mientras Elder (el otro, se entiende) metía su mano en los pantalones y se sacaba un hueso, que entregó a la perrita, Lulú, en una declaración de amor que duró diez minutos enteros, en los cuales le expresaba el amor que ambos sentían por ella. A Lulú todo esto le pilló de sorpresa, y no supo bien que responder. Trataba de no herir los sentimientos de ningún Elder, para empezar, pero le costaba.

Y bien, ¿qué me dices, Lulú? ¿Aceptas? -preguntó Elder, ilusionado y convencido.
Mmm, no sé. -dijo Lulú, pensativa. ¿Y por qué no hacemos otra cosa?
¿Qué cosa? -dijo Elder, expectante.
Veréis... he estado pensando... y he llegado a la conclusión de que... -empezó a decir Lulú- ¿Por qué no os vais a la puta mierda, colgados hijos de mala madre y nos dejáis en paz, sacos de basura? ¡No os quiero ni aunque me regaléis todos los huesos del mundo, con diamantes incrustados y bañados en oro, chuchos asquerosos!

Y, dicho esto, les pegó a Elder & Elder un par de coces que los dejaron fuera de combate. Lulú y Marissa (como se llamaba Esa Mujer, su Compañera) escaparon y nuestros héroes con corbata quedaron semi-inconscientes tirados en el suelo.

Más tarde, recuperados, consiguieron levantarse. Se rascaron las magulladuras, y pensaron, algo exhaustos. Trataron de valorar el encuentro.
A fin de cuentas, el acercamiento no había salido tan mal. Sólo que quizá ella no había entendido el contenido real de la propuesta, por lo que decidieron volverlo a intentar en otra ocasión. Con otro regalo, quizá, o tal vez con otra corbata. Lo que no sabían es que el papel higiénico (papel-de-culo, para entendernos), no es lo ideal para envolver alimentos con aceite.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Heyyyyy, esa gente se pasaron el otro día por mi casa. Les queria invitar a café pero querian que tambien pasase un tal Dios, pero mi madre no me deja que entre desconocidos a casa asi que les dije que o solo ellos dos o ninguno :(

UnTal dijo...

P3ro que asco de blog dios mio! Esto es pura probocación. ¿Que hos haveis creido, que podéis reiros de todo lo que queráis? pues no. Daros por enterados, sobre vosotros caerá una maldición! Cavrones!

Anónimo dijo...

Aprende a escribir antes de entrar aqui

Anónimo dijo...

Pd: Todos a favor de la ruta de las marsopas.

Pd: Lo lei ;) (tu ya me entiendes)

Anónimo dijo...

el mejor blog habido y por haber.
arriba marsopas!!