miércoles, enero 31, 2007




Entonces tenías diecisiete años. Diecisiete putos años. Y aún pensábamos que habría tiempo. Que podríamos conseguirlo. Que había tiempo de sobra. Que eras demasiado joven como para que todo estuviera perdido. Demasiado joven para que todo fuera definitivo. Aún entonces creímos que podríamos curarte. Pero nos equivocamos.








Maldito amargado de mierda -le suelto al capullo- levántate de ahí joder. Vamos a salir un rato.


Que te den, paso de salir -me suelta el muy cabrón, con esa voz áspera que le sale cuando quiere expresar que no piensa cambiar de idea y que puede llegar a ponerse agresivo si no dejas de insistirle. Obviamente, a mí eso me la trae floja e insisto:


Te pasas la vida en la puta calle y hoy que es época de Feria te quedas aquí encerrado. ¿Qué cojones haces, tío? ¿Estás hibernando o algo?


¿Y a ti qué coño te importa? -me salta el muy desagradecido. Encima que me preocupo por él.



El muy gilipollas se hace llamar Gizmo. Puede que sea porque fijo que no se ducha nunca, el guarro hijoputa éste. Bueno, ha estado duchándose esta mañana, pero quizá era la primera vez en meses. Que le den al hijoputa.


Bueno, pues como quieras, tío, yo me largo -le digo. Y cierro de un portazo dejando al pequeño capullín aburrido detrás. Ya vendrá a llorarme luego, ya, como si no lo viera. Y ahora, a por las tías. ¿Dónde se habrán metido hoy los coños hoy?






Por fin se ha largado, ese asqueroso cabrón de mierda. Ni siquiera sé por qué hostias acepté venirme a vivir aquí. A este apestoso cuchitril de mierda. Y no digo que no me guste el sitio, no está mal, es como cualquier decadente y sórdida vivienda céntrica para estudiantes sin pela, pero viene con capullo incluido. Lo bueno es que me sale bastante barato. Sin contar lo de tener que aguantar al insoportable desgraciado de Marquitos.


Bueno, ahora que lo pienso, si que sé por qué me vine a vivir aquí. Me vine a vivir aquí porque no tengo ni un napo de mierda. Mi querido colega, queridísimo colega, Ernesto me dijo que podía compartir piso con un conocido suyo, si le pasaba un mínimo de pasta al mes para ayudarle con el alquiler. A él se lo pagan entre su madre y el paro. Y yo, en fin, tengo muchísimas razones para odiar a la Familia y la Patria, pero podría añadir que ni siquiera me sirven para chuparles una puta pensión mínima. Así que yo le paso lo poco que consigo con algún chanchullo, y el maravilloso cabrón machista y descerebrado me deja vivir aquí. Qué asco me da, joder.


No siempre ha sido así. Me gusta recordar viejos tiempos, aunque a mí todavía no me haya dado mucho tiempo a ser viejo. Dicen que esto de la nostalgia prematura es una especie de neurosis contemporánea. Puede ser, vivimos en una época de mierda, donde no hay dios que se salve de sus putas esquizofrenias, pero al caso; lo mismo da que da lo mismo. Y a veces me pongo a pensar en el tiempo que estuvimos ocupando la peña y yo casas destrozadas y localitos abandonados.


Estuvimos viviendo un tiempo en una casa abandonada, bastante currailla. Mis colegas y yo no teníamos dinero, pero ni falta que nos hacía. Luego nos echaron, y a tomar por culo. Y aquí estoy, sin ganas de salir a la calle, y sin ganas de quedarme aquí. El cabroncete de Marcos (o Marquitos, como le llamo yo para tocarle los cojones) no sabe, ni creo que pueda entender, con ese cerebrito en desuso que tiene, que precisamente no salgo a la puta calle porque estamos en época de ferias y mierdas. Ni lo entendería, ni yo se lo voy a explicar. Creo que no me corto en demostrar lo poco que me gusta la gente, y el asco que le tengo a las fiestas populares; tendría que ser menos amargado y disfrutar con las personas de estas fiestas, que pertenecen al pueblo, a la clase obrera, a todo el mundo, a Espinete. Pero no. Desde la más religiosa fiesta tocahuevos al carnaval más escandaloso, todas me dan asco. Pasando por las bellas fiestas navideñas donde se conmemora el nacimiento del niño ése gilipollas, el que nace todos los años seguidos, y cada vez pide más regalos y los imbéciles de los padres ya no saben qué hacer para llegar a fin de mes.


Nosotros pensamos que esa mirada de haberlo visto todo, de hastío hacia todo era pasajera. Que alguien de tu edad no podía ser así. No es que no nos gustara, pensábamos que era imposible. Tratábamos de proponerte cosas que te gustaran, y conseguíamos que lo pasaras bien, en muchas ocasiones. Pero en cuanto había más gente, en el momento en que se involucraban más personas, te largabas. Veías muchas cabezas y te despedías. Decías que odiabas a "las masas", el "rollo popular", decías.

A la mayoría de nosotros, no nos importó que fueras anarquista y todo eso. Se trataba de lo jodidamente cerrado que eras. Odiabas la playa excepto las noches en que se quedaba vacía. Odiabas las piscinas, privadas y municipales. Aunque más de una vez te colaste en alguna por aquello de saltarte las normas y reírte un rato. Eso estaba bien. Pero siempre tenías que volver a ser un cabronazo amargado, y largarte en cuanto parecía que iba a llegar la fecha de algún "acto social", como decías tú. Ni siquiera soportabas las manifestaciones, a las que pronto dejaste de acudir. Lo único a lo que asistías donde hubiera más de diez personas eran los conciertos de la música espantosa esa que solía gustarte. Creo que incluso tú la denominabas "ruido".

Éramos casi iguales, tío, como hermanos. -digo yo.- Ambos compartíamos ese odio hacia las masificaciones y ese amor por la anarquía, la locura y el ruido. Teníamos un grupo. Yo cantaba..., bueno, gritaba, chillaba y pegaba gruñidos, y él tocaba la batería. Otros colegas tocaban el bajo y la guitarra, respectivamente. Y el muy cabrón tuvo que irse. Se le echa bastante de menos; no sé donde estará, pero si me oye, que ojalá me oiga, ¡¡espero que vuelvas, hijoputa!! Él era mayor que yo, unos cinco años o así, pero oye, eso da igual, ¿no? El caso es que se sintió traicionado y se largó. Y, realmente, entiendo que se le fuera un poco la olla, pero de ahí a dejarlo todo atrás... bueno, podría haberse venido a vivir conmigo o algo. Sé que le hubiera dicho "Gizzy, tío, tú y yo siempre estamos dále que te pego con que las drogas son lo peor, pero si te pones ciego esta noche, no sólo no me enfado sino que te acompaño". Pero en fin...

Gizmo era bastante cerrao de mollera, y un cínico bestial. -dice Aira.- Tenía un montón de cosas buenas, y encima era más romántico de lo normal. Pero un día nos enfadamos..., precisamente por ser tan cerrado, y no nos vimos en un par de días. Porque yo no quise, no por él, que estaba deseando hablar conmigo, y me llamo para perdime perdón y todo eso. El caso es que yo me encontré a un amigo por la calle, con el que Gizmo no se llevaba muy bien, y acabamos en mi casa hablando y eso y... y bueno, es evidente lo que pasó.

Que te acostaste con él -le suelto.

Pues sí. -contesta Aira-. Y va y a Giz no se le ocurre otra puta cosa que venir a por sus cosas justo en ese mismo momento. Y nadie escuchamos ni la puerta ni la llave, y nos encuentra en el sofá enorme y verde del salón y..., el tío se queda mirándonos un buen rato, y ni nos damos cuenta. Así que coge sus cosas y cuando sale de la habitación con todo, le tira un sobre a la cara a Grass, haciéndole daño y todo, y se larga por la puerta sin decir ni una palabra. A todo ésto, en ese momento le vemos, pero ni Grass ni yo estamos seguros. Y desde entonces no he vuelto a verle. Yo pensaba contárselo, que me había acostado con Grass y eso, y hablar con él. Y quien sabe si hubiéramos arreglado el asunto, no sé... Pero es que ni me dio tiempo.

El sobre tenía mi nombre escrito, y dentro una carta, que creo que escribió allí mismo. En ella me dice que se alegra de que haya elegido bien, de que me lo haya pensado con detenimiento, de que me lo pase bien, y que espera que siempre tenga las cosas tan claras como ahora, con el amor de mi vida. Irónico hasta el final, ¿eh?

Pues vaya historia... -dice, algo ensimismado, el cuco sabiondo de Juan- la próxima vez os pido que me la contéis por fascículos.

Serás hijoputa, si no querías oírla, haberlo dicho -le escupo yo.

Era broma, coño. La historia está guay. Un día pienso escribirla, te lo aseguro -nos dice-. Y necesitaré ayuda, asi que ya sabéis. Por cierto, ¿ni puta idea de donde está el notas ese, no?

Ni puta idea. -decimos Aira y yo casi al unísono, y entonces Juan se va a su cuarto y enciende el ordenador y se pone a teclear como si fuera puesto de espiz hasta el culo. Y yo me seco una lagrimilla que se me ha escapao, así para que nadie me vea, y me pongo a hacerme una pizza y a escucharme el LP "Kunst und Unkusnt" de los Kärnvapen Attack que casi rayamos de tanto escucharlo hace unos añitos.

viernes, enero 26, 2007

Un tazón de cereales


Pienso en toda esa gente que dice que la comida que mejor sabe es la que se consigue con el sudor de su frente -dice Bonnie mientras mete unas cuantas bolsas de congelado en su bolso extragrande, junto al mp3 y las pilas recargables-, y eso es porque esa gente no hace lo que nosotros hacemos.

Ciertamente -contesta Clyde-, aunque no me opongo a que cada cual se coma lo que se curra en su huertecillo y tal. Ya sabes, ese tipo de cosas.

Claro -prosigue Bonnie-, sabes que yo tampoco. Pero esa mierda de que el trabajo dignifica, en fin, hoy en día y aquí, no te puedes montar un huerto fácilmente. Pero menos recomendable es ponerte a currar. Levantarte temprano para pagarle las putas y las drogas a un cabrón, y que te dé las sobras, bueno, yo no se lo recomiendo a nadie. Es mucho más divertido todo esto, ¿no crees?

Totalmente de acuerdo, Bonnie -termina Clyde-, y ahora, agárrame el culo y empieza a besarme. Tengo que meterme estos discos en los pantalones.

Tú si que tienes un buen paquete, Clyde -dice Bonnie, sonriente y feliz por un trabajo bien hecho.

jueves, enero 25, 2007

Mami.

Todo esto me recuerda, y no sé realmente por qué, a cuando yo fui asiático. Mi vida estaba llena de sonrisas, gritos y poquemones. Una auténtica experiencia. Mamá siempre decía que no le parecía nada bien que le cogiera el dinero de su bolso, el dinero que guardaba para la comida, que me lo gastara en jaco. Ay mamá, esta dulce mamá... ¿Qué coño iban a importarme ella y nuestra puta comida pudiendo tener yo una cucharilla y un mechero a mano? Ay mis venas, estas dulces venas enmierdadas... Ay mamá, quien bien te quiere te hará sufrir, eso dicen.

Un chute de felicidad, y luego, una bonita patada a la puta miseria del mundo. ¿Hay algo más sincero en esta puta vida que la jodida heroína?

Por eso tuve que dejarte, Asia mía.
"I love Hard fucking",

pronuncia Ángela en voz suave, leyendo la inscripción que hay hecha a bolígrafo azul en la mesa donde está sentada. Un tío en la mesa de al lado se la queda mirando con expresión atolondrada pero llena de lujuria. -Gilipollas-, piensa ella. No sabe exactamente qué cojones significa. Entiende el inglés, claro...

Empieza a recordar y diferentes escenas le vienen a la cabeza. Ni que decir tiene que se está poniendo cachonda, pero ni tú ni yo lo notaríamos mirándola. -Follar duro-, murmura. Y el tipo de al lado también se está poniendo cachondo. Pero al cabrón si que se le nota. No hace más que cerrar las piernas fuertemente, mientras gira el cuello para mirarla. Está nervioso y quiere decir algo, pero el muy capullo sabe que sea lo que sea, la cagará.

Ángela piensa en cuando su pareja la masturba o la besa. No se trata de "follar duro" ahora, simplemente de imaginar. En cuando follan. Diferentes posturas, diferente placer. Todo tipo de orgasmos. Arriba, abajo. Le encanta subirse sobre su chico, pero también tumbarse boca abajo y dejarle hacer, o hacerlo sentados el uno frente al otro. También le gusta de lado, y en fin, muchas posturas más. Digamos que Ángela está contenta y tal con su sexualidad. Ni siquiera vamos a escucharla decir "Podría ser peor". No, no es una cínica de mierda. Al menos eso piensa ella.

Después de sentir cierta humedad en cierta parte del cuerpo, la pregunta vuelve a hacerse presente y la tía aún no sabe lo que es follar duro. Etimológicamente hablando, claro. Y bueno, si lo piensas, tampoco es un crimen. No es tan raro, joder, por no saberlo no vas a etiquetarla de no-tener-ni-puta-idea. Le encanta sentir una polla querida en su interior, o una lengua, le gusta de todas las maneras, pero eso de Hard le suena a látigos, goma y cuero. Y eso si que no le mola.

Tenemos, entonces, a una chica cuyos pantalones pegados (los únicos que tiene en el armario), hacen las delicias de más de uno... Y a un tío con la polla como una barra de pan recién salida del puto horno al lado. Y el tío va y le dice que no quiere sonarle asqueroso, pero es que está que no puede, y prefiere preguntárselo y joderse con el rechazo, a no decir nada y luego pajearse amargamente pensando en qué hubiera ocurrido.

Así que -empieza el tío-, te lo preguntaré: ¿follamos o no?

¿De qué vas? -le espeta ella.- Das asco, colega.

Lo siento, tía, yo que sé. -termina él mientras recoge sus cosas, y antes de marcharse y de tener que pajearse amargamente de todas formas, le dice: Estas cosas nunca funcionan, pero había que intentarlo. Ya me voy y te dejo en paz, tranqui.

Y se larga. El muy capullo se larga, ahora que estaba empezando a gustarle.

Venga, Angelita de mi vida, no jodas, tienes el calentón y dos preservativos en la mochila, se dice a sí misma. Y esa tía con tanta pinta de no romper un plato se larga detrás del colega. Lo coge del culo y le asesta un morreo que más bien parece una amenaza. Y le suelta que más le vale que se la folle bien. El tío enseña las teclas del piano hasta que no le caben más piños en la cara, de tanto sonreír, y se van a casa de Ángela. Y follan. Desde que su chico se ha largado de viaje de estudios a Francia, está que trina. Le echa de menos por muchísimos motivos, y uno menos no va a ser el sexo, joder. Él lo entenderá, cuando ella se lo cuente. Sí, claro que lo entenderá... bueno, realmente se sentirá como el puto culo, ¿pero qué esperas que haga una chavala joven tres meses sóla, después de haberla hecho adicta a los jodidos orgasmos?

Si me quiere, que yo sé que me quiere -empieza a decirse en voz baja mientras se lava el coño, contenta de que el tío este, el salido, no la haya decepcionado para nada-, lo que le importará es que yo esté bien. Y punto. Además, cuatro orgasmos no logran superar a Fran, pero están de puta madre igualmente.

Angelita de mi vida...

miércoles, enero 24, 2007

Estamos llenando esto de mierda, colega, digo yo.
Deja de cagar y escucha, empieza mi hermanito. Mi querido hermanito: Mamá acaba de irse de casa. Nos ha dejado la cena lista, y una nota.

Menuda idiota neurótica está hecha., digo amargamente.

Ah, y también hay una chica desnuda masturbándose con un plátano. No la conozco, pero parece interesante, continúa mi hermanito, haciéndome prestar atención por primera vez en todo el puto día.

Pues ahora que lo dices, empiezo a tener hambre., contesto finalmente, justo antes de que emprendamos el camino del jardín a casa. Las luces están encendidas, y esta noche nos espera, creo, algo de diversión. Ya era hora, joder.

martes, enero 23, 2007

No tengo ninguna duda de que estoy falto de ideas, le comenté a mi abogado. Aunque, le dije, ahora que lo pienso, está usted despedido. Creo que voy a declararme culpable.
Páncer de Cranceas

Mi páncreas, tío, mi puto páncreas. "El quinto más frecuente como causante de muerte por cáncer y el segundo dentro de los tumores de aparato digestivo después del cáncer de colon", me han dicho esos matasanos. Quiero que sepas que te aprecio, colega. No importa que me robaras la chica. Que me pegaras una paliza para asegurarte de que te dejaba el terreno libre. Que me hostiaras de vez en cuando para asegurar el terror. No importa, hermano. Porque te quiero, tío. Eres mi puto salvador. Esta noche tú y yo estamos juntos. Bueno, al menos una parte de ti, que deseo con locura.

Tu puto páncreas, tío. Ya mismo entramos en comunión.

jueves, enero 04, 2007

Me presento como Míster Alopecia. Aquí está la señora Suelo Arrugado.

-Buenos días, señora Suelo Arrugado. Usted es mi paciente más antigua, a la que mejor conozco, y con la que mejor me llevo. Hace tiempo sobrepasamos de alguna manera la frontera profesional para..., y en fin, pasemos a un test que usted a accedido a realizar libre y voluntariamente. Solamente para que conste en acta, usted tiene 3 años (más o menos), el cabello color verde zanahoria, los ojos color manteca de champiñón, y "mucha mala leche", textualmente añadido por usted. La entrevista consta de unas cuantas preguntas sencillas que usted ha de contestar con una respuesta clara y concisa. Adelante.

Alopecia: ¿Quiere ser millonario?
Suelo: Y tirarle los platos a la cabeza.

A: ¿Crees que el día no tiene suficientes horas para todas las cosas que quieres o debes hacer?
S: Sí, pero en cambio, le sobran horas.

A: ¿Siempre te mueves, caminas o comes con demasiada rapidez o ansiedad?
S: No. Como mientras me lavo la cabeza.

A: ¿Te sientes impaciente o ansioso por el ritmo al que se desarrollan los acontecimientos?
S: Siempre me siento ansiosa por acostarme con usted, Mister Alopecia.

A: ¿Acostumbras [la señora Suelo Arrugado dice: Ajá] a decir 'Ah, ajá' o [la señora Suelo Arrugado dice: Sí, sí, sí] 'Sí, sí, sí', 'bien, bien', [la señora Suelo Arrugado dice: Bien, bien] cuando te habla una persona apremiándola inconscientemente a que acabe de decir [la señora Suelo Arrugado dice, a modo de gemido: Siiiiiiiiiííí] lo que tiene que decir?
S: No se me ocurre interrumpir de un modo tan maleducado.

A: ¿Tienes tendencia a interrumpir las frases de otras personas o a impacientarte cuando...
S: ...otra persona...
A: ...otra persona no termina una frase?
A: ¿Qué?
S: No, soy una persona muy paciente. Aunque reconozco que en muy contadas y extrañas ocasiones llego a ponerme un pelín nerviosa, joder.

A: ¿Te sientes exageradamente molesto e incluso irritado cuando el vehículo que está delante tuyo en una carretera avanza a una velocidad que tu consideras demasiado lenta?
S: No, pero a veces me gusta tomar arroz con leche.¿Usted prefiere las pasas? Me encanta el teléfono.

A: ¿Consideras angustiante o irritoso tener que hacer cola o esperar turno para monseguir una cesa en un restaurante?
S: Claro que sí, pero luego me como al camarero con patatas. ¿A usted no le gustan las patatas?

A: ¿Te es intolerable observar como otras personas realizan tareas que tú sabes que puedes hacer más rápidamente?
S: No. Excepto cuando sí. Quiero decir: métame mano.
A: Lo tomaré como un no.

A: ¿Te impacientas contigo mismo si te ves obligado a realizar tareas repetitivas (firmar talones, lavar platos, etc.) que son necesarias pero te impiden hacer las cosas que te parecen interesantes?
S: Me encanta fregar los platos mientras firmo talones y me dedico a la jardinería, que es mi hobby. Por supuesto no me impaciento pero me impacientaría si estuviera usted cerca.
A: Entonces, ¿sí o no?
S: No, obviamente.

A: ¿Eres de esas personas que leen a toda prisa o intentan siempre conseguir condensaciones o resúmenes de obras literarias realmente interesantes y valiosas?
S: Odio la lectura. Y odio a las personas que leen. Les mataría. ¿Me deja un cuchillo?
A: Pero entonces, ¿sí o no?
S: No.

A: ¿Te esfuerzas por pensar o hacer dos o más cosas simultáneamente? Por ejemplo, a la vez que intentas escuchar la charla de una persona, sigues dando vueltas a otro tema sin ninguna relación con lo que se escucha?
S: ¿Qué decía usted? Estaba pensando en la boda de mi prima Pepi. Como verá no intento atender dos cosas a la vez. Atiendo sólo una.

A: Mientras disfrutas de un descanso, ¿continúas pensando en tus problemas de trabajo, domésticos o profesionales?
S: No tengo descansos. Por lo que, siempre pienso en problemas de trabajo. Pero también amo fumar en pipa.
A: ¿Podría usted darme detalles acerca de esos problemas?
S: Una vez se me cayó el gato en la tostadora y luego me lo comí sin darme cuenta. Eso si que es un problema de trabajo.
A: Pero... ¿dónde coño trabaja usted?
S: En MakRoñald's.
A: Entiendo. Entonces... ¿sí o no?
S: No.

A: ¿Tienes el hábito de acentuar excesivamente varias palabras que consideras clave en una conversación ordinaria o la tendencia a articular las últimas palabras de las frases más rápidamente que las palabras iniciales?
S: N o , p o r s u p u e s t o q ueno.
A: Entien d o.

A: ¿Encuentras difícil abstenerse de llevar cualquier conversación hacia los temas que te interesan especialmente, y cuando no lo consigue, pretendes escuchar pero en realidad sigues ocupado en tus propios pensamientos?

S: Eh... , esto... ¿qué decía? Verá. Es que mi madre tiene un problema muy serio con los laxantes. ¡Y la valeriana! Pero, oiga... No, no, no. Digo... sí.
A: Parece usted insegura. La respuesta es...
S: Sí.


A: ¿Te sientes vagamente culpable, cuando descansas y no haces nada durante varias horas y varios días?
S: Especialmente cuando no paro.
A: Interesante.

A: ¿Intentas siempre programar más y más cosas, en menos tiempo y al hacerlo así dejas cada vez menos margen para los imprevistos?
S: Eh, no sé, verá, yo es que dentro de dos minutos tengo una cita con el ginecólogo... No, no, no era mi ginecólogo. Perdón, es que mi agenda es muy apretada. Había quedado con Lechuga.

A: Al conversar, ¿das con frecuencia puñetazos o palmadas en la mesa, o golpeas con un puño la palma de la otra mano para dar más énfasis a un punto particular de la discusión?
S: [Puñtazo en la mesa] No.

A: ¿Te sometes a ciertos plazos en tu trabajo que con frecuencia son difíciles de cumplir?
S: Nunca a la vez que me sorbo los mocos [sorbiéndose la nariz de manera ostentosa].

A: ¿Aprietas con frecuencia las mandíbulas, hasta el punto que te rechinan los dientes?
S: Perdone, no se meta con mi dentadura postiza.

A: ¿Llevas con frecuencia material relacionado con tu trabajo o tus estudios a tu casa por la noche?
S: Eso está prohibido en mi casa. No me dejan. Mi perro se los come. Eva María se fue...
A: ¿Está segura de que quiere continuar con la entrevista? ¿Se encuentra capaz?
S: Sí, claro. Por siempre y no.

A: ¿Acostumbras a evaluar en términos numéricos no sólo tu propio desempeño, sino también el desempeño de los demás?
S: Los números sólo sirven para hacer puzzles. Y para taparse en invierno.
A: ...¿perdone?
S: [Guarda silencio, con la mirada distraída]

A: ¿Te sientes insatisfecho con tu actual trabajo?
S: Verá, lo mío es una relación de amor/odio [chasquea la lengua]. Depende del día.
A: Y por ejemplo hoy, ¿qué tal?
S: Hoy, hoy... hoy lo odio tanto, que le metería un pañuelo por el oído y se lo sacaría por el otro.

Muy bien. Acaba usted de realizar el test. Ahora, en breves instantes, le comentaré los resultados.

El tiempo pasa en la consulta del Doctor Mr. Alopecia. La señorita Suelo Arrugado se encuentra nerviosa y cada vez más impaciente.

S: Perdone, ¿puede terminar ya? Tengo unas ganas locas de quitarme las pelotillas de los pies.
A: Queda poco, acomódese y mantenga silencio, por favor.

A: Bueno, pues aquí tiene los resultados, la máquina tragaperras acaba de escupírmelos. Aparte la bilis y los mocos y podrá leerlo cómodamente.

El Doctor Mr. Alopecia le entrega los resultados del test a la Señorita Suelo Arrugado, la cual los lame con pasión, y luego procede a leerlos.

Dichos resultados rezan:

Tipo B: Es bastante menos vulnerable a sufrir ansiedad que otras personas, no se muestra ambicioso ni dominante, deja que las cosas sigan su cauce sin preocuparse en exceso. No quiere decir que nunca se muestre nervioso o angustiado si la situación le desborda, pero en general tiene un temperamento templado. Las personas de Tipo B son informales, seguros de sí mismos, relajados y agradables. Son tan motivados como las personas Tipo A. Son pacientes y realizan sus tareas en una forma eficiente y tranquila. Saben escuchar, transmiten menos señales de ansiedad y les afecta menos el estrés ya que no son competitivos ni tienen la urgencia inflexible del tiempo.

- Le encanta dormir hasta tarde.
- Come pausadamente.
- Se toma su tiempo, no se afana, no se preocupa.
- Tiene una actividad muy regular y tranquila.
- No le interesa mucho competir.
- Tiene una existencia apacible.
- Habla pausadamente.
- Conduce despacio. Lee o escucha música en el trayecto.
- Se acuesta tarde, disfruta de la noche.
- Espera; no se impacta demasiado por lo que ocurre a su alrededor.

S: Mmmmmm, les haría el amor [voz seductora]. ¿Y usted, bribón?
A: Nos veremos el próximo año, querida Arrugado. Hasta pronto.
S: [La paciente le saca la lengua al Doctor, y se marcha recogiendo sus cosas apresuradamente].

Tras lo cual, el doctor se la casca en silencio en su despacho corriéndose sobre el retrato de Freud que utiliza frecuentemente para este menester, el cual ya casi está totalmente recubierto de esperma seco. Al terminar, el doctor esconde en una caja fuerte que guarda dentro del armario, dicho retrato, ya que el olor que despide hace imposible colocarlo en un lugar cercano. Dos pacientes hembra joden en la habitación de al lado.